¿ Podemos creer en Moisés ?

En el siglo III, el filósofo Porfirio criticaba a los cristianos, y  mostraba los errores y contradicciones de sus escritos. Por ejemplo, él criticaba el hecho de que en los evangelios Jesús cite a Moisés, porque:

…de Moisés no se conserva nada, se dice que todos sus escritos fueron quemados junto con el Templo. Lo que existe bajo su nombre ha sido compuesto por Esdras 1180 años después de su muerte, de modo poco exacto. (Porfirio, Contra los Cristianos, fr. 68)

¿Cuán cierto es lo que dijo Porfirio?. Realmente en el año 587 a.C. Jerusalén y su templo fueron destruídos por los ejércitos babilonios comandados por Nabucodonosor, y los judíos fueron llevados cautivos a Babilonia. Este  hecho sí tiene comprobación arqueológica. Sin embargo, una leyenda, escrita en el IV libro de Esdras (un apócrifo escrito a finales del siglo I),   cuenta que los escritos de Moisés fueron destruídos por haberse incendiado toda la ciudad debido a esta invación, y fue Esdras quien por inspiración divina recordó todo lo escrito en ellos y lo restauró. Este falso libro de Esdras definitvamente se basa en tradiciones antiguas. Asímismo,   Ireneo, un  cristiano del siglo II,  cuenta lo mismo, probablemente basado en este libro:

….durante la cautividad a la que Nabucodonosor los arrastró se perdieron las Escrituras. Después de 70 años los judíos regresaron a su tierra,  y durante el imperio del rey Artajerjes de Persia, Dios inspiró a Esdras, sacerdote de la tribu de Leví, para que, recordando todas las palabras de los antiguos profetas, restituyese al pueblo la Ley que por medio de Moisés le había dado. (Ireneo, Contra los Herejes, libro III, 21)

 Por supuesto, es irreal  que alguien pueda recordar exáctamente todo lo que se escribió en libros destruídos. Y probablemente no todos los escritos judaicos se quemaron. Si  Esdras tuvo que ver realmente  en algo con la compilación de los libros atribuídos míticamente a Moisés no lo podemos saber con certeza, y como después se verá, el Pentateuco no pudo ser la obra de un solo autor. Pero, es interesante saber que ya un filósofo pagano del siglo III, como Porfirio, dijese que lo que se había escrito de Moisés era poco exacto. Veamos a continuación cuán coherentes son los escritos atribuídos a Moisés, ya que inclusive Jesús lo creyó que el los escribió.

Según el libro bíblico llamado Éxodo, Moisés, un israelita adoptado por la corte egipcia,  fue quien libertó a los israelitas de su esclavitud en Egipto, para conducirlos a la tierra de Canaán, que el dios Jehová le prometió a los descendientes de Abraham.

Gustave Doré, Moïse brisant les Tables de la loi

Sin embargo, el historiador egipcio  Manetón escribió en el siglo III a.C  que un rey llamado  Amenofis quiso ver  a los  dioses. Entonces, comunica su deseo a un sábio  vidente que le aconseja limpiar la tierra de todos los leprosos y  personas impuras, si es que quiere ver a los dioses. El rey sigue el consejo y  confina a los leprosos e impuros, en número de 80 mil personas, en las minas, donde  pasan todo tipo de pruebas. Entre ellos habían muchos sacerdotes egipcios con lepra. Después de un tiempo, el rey les permite ocupar la ciudad de Avaris, que estaba desocupada. Allí ellos se organizan y se rebelan bajo el mando de un sacerdote de Heliópolis llama­do Osarsef. Piden ayuda a los  hicsos de Jerusalém y estos  invaden brutalmente  Egipto. En la propias palabra de Manetón  :

«……Se dice que el  sacerdote que elaboró  su constitución y sus leyes, era natural de Heliópolis, llamado Osarsef, según  el  dios Osíris, adorado  en Heliópolis; pero cuando reunió a esta población  [de leprosos], cambió su nombre y era llamado Moisés……».

Él, en primer lugar, hizo estas leyes para ellos: que no deberían adorar a ningún dios egipcio, no abstenerse de ninguno de esos animales sagrados que se tenían en gran estima, sino matarlos y destruírlos a todos; y que no debían unirse a nadie sino solo a los que pertenecían a esta confederación

“…después de esto,  Amenofis regresó a Etiopía con un gran ejército, tal como su nieto Ramsés hizo, y tanto a los hicsos como a la gente contaminada los repelió y los confinó a las fronteras de Siria

(Flavio Josefo, Contra Apionem I)

Entonces, según Manetón, los israelitas fueron egipcios leprosos que fueron expulsados por Amenofis, y Moisés no fue un israelita como dice la Biblia, sino un sacerdote  egipcio que se cambió de nombre.  Por supuesto, no podemos comprobar la veracidad de este relato de Manetón, pero no sería improbable que Moisés fuera realmente  egipcio, ya que «Moses» (Moisés) es un nombre egipcio  que significa ‘hijo’ y se utilizó a menudo en los nombres de los faraones, como por ejemplo TutMoses. Esto podría también explicar porqué sólo la tribu israelita de Leví (la única tribu sacerdotal de las 12 tribus), tiene nombres egipcios. y el porqué los levitas tienen notables similaridades con los sacerdotes egipcios. En realidad, la historia bíblica que las 12 tribus salieron de Egipto simultáneamente, debe haber sido inventada con objetivos políticos unificadores, tal vez por el mismo Esdras. Probablemente fue  solo la tribu de Levi  la que salió de Egipto con Moisés y se unió a Israel. De hecho, de acuerdo con Manetón,   antiguos semitas llamados hicsos, que significa realmente «reyes extranjeros»,  habían ocupado y dominado una porción del territorio egipcio (entre los siglos XVIII y  XVI a.C)., y fueron expulsados antes de aparecer Moisés en la escena.  En palabras de Manetón:

Durante el reinado de Tutimeos, la ira de Dios se abatió sobre nosotros; y de una extraña manera, desde las regiones hacia el Este una raza desconocida de invasores se puso en marcha contra nuestro país, seguro de la victoria. Habiendo derrotado a los regidores del país, quemaron despiadadamente nuestras ciudades. Finalmente eligieron como rey a uno de ellos, de nombre Salitis, el cual situó su capital en Menfis, exigiendo tributos al Alto y Bajo Egipto, y dejó guarniciones en los lugares más apropiados. Fortificó especialmente la región del Este, previendo que los asirios se harían un día más fuertes y atacarían por allí, deseosos de su reino. Como en el nomo de Setroitahubiera encontrado una ciudad muy adecuada, situada al este del río Bubastites, llamada, según una antigua tradición teológica, Avaris, la reconstruyó y la fortificó con murallas; estableciendo en ella además un ejército de doscientos cuarenta mil soldados para su protección. Acudía allí en verano para medir el trigo y pagar la soldada y también para ejercitar a los soldados cuidadosamente con maniobras con el fin de inspirar respeto a los extranjeros. Tras un reinado de diecinueve años, murió. Después de él, otro rey llamado Bnón ocupó el trono durante cuarenta y cuatro años. El sucesor de éste, Apacnás, reinó treinta y seis años y siete meses; a continuación, Apofis, sesenta y un años, y Annas, cincuenta años y un mes. Después de éstos, Asis, cuarenta y nueve años y dos meses. Estos fueron sus seis primeros príncipes, cuya mayor ambición fue destruir Egipto hasta la raíz. A este pueblo, en su totalidad, se le daba el nombre de hicsos…

 Esta invasión semita sí tiene comprobación arqueológica. Sin embargo, el historiador judío del siglo I, Flavio Josefo, identificó a estos hicsos del relato de Manetón, con los israelitas. No obstante, esta historia nada tiene que ver con la historia de la  llegada de Jacob y sus hijos a Egipto. Y aunque José, el hijo de Jacob, llegó a ser rey en Egipto, la manera como invadieron Egipto  los hicsos no es igual al relato bíblico sobre la llegada de la familia de Jacob. Después Manetón dijo:

«Después que esta gente dejó Egipto para ir a Jerusalén,  Tetmosis, quien los expulsó, fue rey de Egipto por 25 años y 4 meses, y entonces murió…»

Los hicsos fueron expulsados por el rey egipcio Amósis (o también llamado Tetmosis) aproximadamente en 1550 a.C. Inclusive, no todos estos semitas huyeron de Egipto, algunos se quedaron, tal vez como una clase esclavizada, tal como lo revelan algunos registros. Por consiguiente, lo cierto es que hubo más de un éxodo de semitas, y es más lógico pensar que el  relato bíblico del  éxodo de Moisés con las 12 tribus, es   ficción basada en estos diferentes éxodos.

Entonces, según Manetón, hubo dos grupos de semitas que fueron expulsados de egipto para poblar la tierra de Canaán, los hicsos, y después los leprosos liderados por Moisés. Sin embargo, la Biblia dice que fue Moisés quien libertó a los israelitas de Egipto, porque el rey  no quería que dejaran de ser sus esclavos. Entonces, ante estas fuentes que se contradicen,  podríamos como máximo aventurarnos a decir   que tal vez  existió un tal Moisés que era egipcio y que dejó de adorar a sus dioses para establecer su propio sistema de culto y lo introdujo a Israel que ya había recibido un éxodo de hicsos expulsados de Egipto.

Hay quienes especulan que Moisés fue un egipcio de dejó Egipto después de la muerte del rey  Akenatón (en 1358 a.C.), ya que en ese momento sus reformas monoteístas fueron rechazadas.    No obstante, no hay ningún registro arqueológico sobre la existencia de Moisés.

Lo que revelan las evidencias internas

Según la  Biblia, Moisés llevaría a las 12 tribus  recién libertadas a la tierra prometida, pero  cuando salieron de Egipto los israelitas no se portaron muy bien con su dios Jehová y por eso él los castigó a vivir 40 años en el desierto, antes que puedan poseer esa tierra (la tierra de Canaán). ¿Cuándo sucedió esto ?. Según el primer libro bíblico  de Reyes  los israelitas salieron de Egipto 480 años antes del cuarto año del reinado de Salomón:

En el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuarto año del principio del reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, comenzó él a edificar la casa de Jehová. (1 Reyes 6:1)

Considerando que el rey Salomón (si es que existió) debió reinar entre los años 971 al 931 a.C., esto localizaría al Éxodo en el año 1446 a.C. (siglo XV a.C.) Pero el problema con esta fecha dada por la Biblia es que la tierra de Canaán estaba bajo el dominio egipcio en aquella época, y fue así hasta el siglo XIII a.C., por lo que Israel no habría podido conquistar Canaán en aquella época. Otro problema se presenta en el versículo de Jueces 18:30, donde se menciona a un tal Jonatán que era hijo de Gersón, que era hijo de Moisés:

 Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen de talla; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el día del cautiverio de la tierra. (Jueces 18:30)

 Que Gersón es hijo inmediato de Moisés es mencionado en dos  otros libros bíblicos:

Moisés aceptó vivir en casa de aquel hombre; y éste dio a su hija Séfora por mujer a Moisés.  Ella le dio a luz un hijo, y él le puso por nombre Gersón, pues dijo: «Forastero soy en tierra ajena.» (Éxodo 2:21-22)

Los hijos de Moisés fueron Gersón y Eliezer. (1 Crónicas 23:15)

Osea, Jonatán, siendo hijo de Gersón es nieto de Moisés. Pero Moisés murió, según la cronología basada en 1 de Reyes 6:1, aproximadamente en el año 1407 antes Cristo. Esto porque los israelitas pasaron 40 años en el desierto, y Moiśes murió poco después del término de este período. Sin embargo, el versículo de Jueces 18:30 relata un acontecimiento posterior a la muerte de Sanson, cuando la tribu de Dan estaba migrando (Jueces 18:1). Esto sería alrededor del año 1075 a.C. Entonces, si el hijo de Moisés (Gersón) hubiera nacido poco antes del Éxodo  (poco antes de 1446 a.C.), y si en un supuesto  caso extremo, el hijo de Gersón (Jonatán) habría nacido cuando Gersón tenía 100 años (en 1346 a.C.), entonces Jonatán tendría más de 200 años en el versículo de Jueces 18:30. Por lo tanto, el relato de Jueces y la fecha mencionada en 1 Reyes 6:1 son incompatibles. Además, en Éxodo 1:11 se menciona que los israelitas, cuando comenzaron a ser esclavizados, construyeron las ciudades de Pitóm y Ramsés. La ciudad de Ramsés no puede ser del siglo XV a.C., porque el primer faraón con ese nombre es del año 1320 a.C. (siglo XIV a.C.). Por este motivo se ha propuesto otra fecha, basándose en la Stela egipcia de Merneptah, que reportaba que un pueblo conocido por el nombre de «Israel»,  ya estaba ocupando la tierra de Canaán entre los años 1212 a 1203 a.C., lo cual impone un límite superior para la fecha del Éxodo. Por consiguiente, el Éxodo tendría que haber sucedido en algún momento del siglo XIII a.C., y Moisés, tendría que haber muerto antes de la segunda mitad del siglo XIII a.C. Definitivamente, el Éxodo no pudo ocurrir 480 años antes del cuarto año del reinado de Salomón (1446 a.C.), tal como lo afirma el libro de 1 de Reyes.  Más bien, los hicsos (que Josefo dice que son los israelitas) habrían sido expulsados de Egipto en 1550 a.C. Entonces, al parecer, quien escribió 1 de Reyes trató de asociar este acontecimiento al dudoso éxodo de Israel, y por eso se aproximó a esa fecha.

El Pentateuco (¿escrito por Moisés?)

En la Enciclopedia Bíblica «Perspicacia», publicada por los testigos de Jehová, se afirma que Moisés escribió los cinco primeros libros de la Biblia:

Moisés fue el escritor del Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Durante toda su historia los judíos han reconocido a Moisés como el escritor de esos libros, sección de la Biblia que llaman la Torá o la Ley. Jesús y los escritores cristianos atribuyen frecuentemente la Ley a Moisés. (Perspicacia, volumen II, Moisés, páginas 413-419)

Pero ¿Hay pruebas que Moisés  escribió estos libros? En 1987 Richard Elliot Friedman escribió un libro «Who Wrote the Bible? «(¿Quién Escribió la Biblia?). En una porción de su Introducción, en la página 15, nos dice :

Hay tradiciones concernientes a quién escribió cada uno de los libros bíblicos, -los cinco libros de Moisés son supuestamente escritos por Moisés, el libro de las Lamentaciones por el profeta Jeremías, la mitad de los Salmos por el rey David- pero ¿cómo uno sabe si estas tradicionales atribuciones son correctas? Investigadores han estado trabajando en la solución de este misterio por casi mil años, y particularmente en las últimas dos centurias ellos han hecho extraordinarios descubrimientos.

Sobre los cinco primeros libros de la Biblia, Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, que son atribuídos a Moisés, Friedman nos cuenta que su autoría comenzó a ser cuestionada de la siguiente forma:

«Esto símplemente comenzó con individuos que se plantearon preguntas sobre problemas que ellos observaron en el mismo texto bíblico. Esto procedió como una historia de detectives difundida a través de los siglos, con investigadores descubriendo cada una de las pistas sobre el origen de la Biblia….algunos observaron contradicciones en el texto. Este relataba eventos en un orden particular, y después decía que estos eventos sucedieron en un orden diferente. Este diría que hubieron dos de alguna cosa, y en otro lugar diría que hubieron catorce del mismo. El texto diría que los Moabitas hicieron algo, y después diría que fueron los Midianitas que lo hicieron. Este diría que Moisés fue al tabernáculo en un capítulo anterior al  que Moisés construye el tabernáculo.» (páginas 17 y 18)

¿Cuál fue el resultado final después de mucha oposición? Friedman dice :

Así, a partir del trabajo de muchas personas, y costándole personalmente a algunos de ellos, el misterio de los orígenes de la Biblia había sido abordado abiertamente, y se formó una hipótesis. Fue una importante etapa para la historia de la Biblia. Los eruditos pudieron abrir el libro de Génesis e identificar la escritura de dos o hasta tres autores en la misma página. También el trabajo editorial, de la persona que cortó y combinó las fuentes documentarias en una única historia; y así, tanto como cuatro diferentes personas pudieron haber contribuído a una única página de la Biblia……Actualmente, difícilmente puede haber un erudito bíblico en el mundo que trabaje actívamente en este problema y que afirme que los cinco libros de Moisés fueron escritos por Moisés o por una sola persona. (páginas 23 y 28)

El lector que no sabía de esto ya debe ir admitiendo  que Jesús y sus apóstoles vivieron engañados pensando que Moisés fue el único autor de estos libros. En el Evangelio según Marcos, leemos que Jesús preguntó a los Saduceos sobre una frase escrita en el libro de Éxodo:

“Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?” (Marcos 12:26).

Y en el Evangelio según Juan, Jesús dijo:

“Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?” (Juan 5:46-47)

En el Evangelio según Lucas, se relata que después que Jesús resucitó les hizo entender la Biblia:

“Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba [a Sus discípulos] en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:27).

No obstante, si el Pentateuco no fue escrito por Moisés, entonces el Espíritu Santo no les reveló esta verdad a Jesús y a sus discípulos. Han tenido que pasar más de 1800 años después de Cristo para que la disciplina de la crítica textual descubra lo que el Espíritu Santo se negó a revelar, a saber, que hay cuatro fuentes documentarias que lo componen, y eso explica las diversas contradicciones en el texto.

La disciplina de la crítica textual, que estaba en sus inicios en el siglo XIX, le resultó bastante incómoda al Papa Leon XIII (aunque actualmente no hay erudito católico serio que no la acepte). Citaremos algunas porciones de su encíclica Providentissimus Deus, publicada el 19 de noviembre de 1893:

…. desgraciadamente, y con gran daño para la religión, se ha introducido un sistema que se adorna con el nombre respetable de «alta crítica», y según el cual el origen, la integridad y la autoridad de todo libro deben ser establecidos solamente atendiendo a lo que ellos llaman razones internas…….los enemigos de la religión atacarán la autenticidad de los libros sagrados con más confianza de abrir brecha; este género de «alta crítica» que preconizan conducirá en definitiva a que cada uno en la interpretación se atenga a sus gustos y a sus prejuicios; de este modo, la luz que se busca en las Escrituras no se hará, y ninguna ventaja reportará la ciencia; antes bien se pondrá de manifiesto esa nota característica del error que consiste en la diversidad y disentimiento de las opiniones, como lo están demostrando los corifeos de esta nueva ciencia; y como la mayor parte están imbuidos en las máximas de una vana filosofía y del racionalismo, no temerán descartar de los sagrados libros las profecías, los milagros y todos los demás hechos que traspasen el orden natural.

Podemos ver que el Papa Leon XIII veía que «la alta crítica» iría minando la credibilidad del texto «Sagrado», pero al pasar el tiempo las evidencias abrumadoras comenzaron a presionar las más altas esferas de la Iglesia. En consecuencia, la Comisión Bíblica, el 27 de junio de 1906, reaccionó a los cuestionamientos publicando lo siguiente, que citaremos parcialmente:

Los argumentos reunidos por los críticos para impugnar la autenticidad mosaica de los libros sagrados conocidos como Pentateuco no tienen el suficiente peso como para darnos el derecho a sostener….que tales libros no tienen a Moisés como autor, sino que han sido compilados mayormente en tiempos posteriores a la época mosaica. …. La autenticidad mosaica del Pentateuco no demanda necesariamente que la totalidad del texto haya sido redactada de tal modo que haga imperativo sostener que Moisés escribió todo y cada cosa de propia mano o que él directamente lo dictó a sus secretarios. Puede admitirse la hipótesis de aquellos que creen que Moisés confió a otros la composición del trabajo propiamente dicho, concebido bajo la influencia de la inspiración divina, pero de forma que ellos deberían expresar fielmente sus pensamientos, evitando escribir cosa alguna sin expresa autorización de él y sin omitir nada. Y que el trabajo resultante de esa operación debería ser finalmente aprobado por Moisés mismo, su autor principal e inspirado, y, claro, publicado bajo su nombre…….La substancial autenticidad mosaica y la integridad del Pentateuco permanecen intactas aún concediendo que en el curso de los siglos la obra ha sufrido varias modificaciones, tales como adiciones post mosaicas que o fueron añadidas por un autor inspirado o insertadas en el texto a manera de glosas y explicaciones; la traducción de ciertas palabras y formas arcaicas utilizando formas más actualizadas de hablar; finalmente, lecturas equivocadas, debidas a errores de trascripción, sobre las cuales se puede investigar y determinar, apegados a las leyes de la crítica.

Vemos que la Iglesia Católica, oficialmente, a través de  la Comisión Bíblica, ya estaba usando el argumento de que parcialmente  «Moisés confió a otros » la composición de la obra que se le atribuye, y que hubieron «adiciones post mosaicas» con «formas más actualizadas».  Pero en 1906 las investigaciones arqueológicas no habían avanzado como ahora, pero ya el mismo texto del Pentateuco nos revela que la redacción de algunas porciones no podrían haber sido ni siquiera  aprobadas por Moisés o ser añadiduras de inspiración divina.

A continuación pondremos algunos ejemplos. Leamos lo que dice un versículo del libro de Génesis:

Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová. (Génesis 4:26)

Note que dice que desde Enós (antes del Diluvio y  obviamente, antes de Abraham que es anterior a  Moisés) se dice que los hombres comenzaron a invocar el nombre Jehová (o Yavé). Pero en el libro de Éxodo se dice lo contrario:

2 Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ. 3 Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Todopoderoso (El Shaddai), mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos. (Éxodo 6:2-3)

Aqui hay una clara contradicción, porque no fue a Moisés a quién Jehová dio a conocer su nombre por primera vez.  Inclusive, en el libro de Génesis podemos leer que el Dios de los Hebreos no sólo se da a conocer como Jehová a Abraham, sino que Abraham mismo también lo llama Jehová:

 7 Y se apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien se le había aparecido. 8 Luego pasó de allí a un monte al oriente de Betel, y plantó su tienda, teniendo a Betel al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová. (Génesis 12:7-8)

7 Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra. 8 Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar? (Génesis 15:7-8)

Esta contradicción es una muestra que el que escribió la mencionada porción del Éxodo desconocía al que escribió las antes citadas porciones del libro de Génesis y es muy probable que fuera quien escribió el siguiente versículo de Génesis que concuerda con su afirmación de que Jehová se le apareció a Abraham solo como Dios Todopoderoso que en Hebreo  es «El Shaddai»:

 Y siendo Abram de edad de noventa y nueve años, se le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso (El Shaddai); anda delante de mí y sé perfecto. (Génesis 17:1)

Tenemos pues una primera prueba de que más de un autor estuvo involucrado en los libros de Génesis y Éxodo, y que posteriormente alguien compiló sus dos diferentes relatos en uno solo que se contradice.

Leamos una porción del capitulo 33 de Éxodo, donde dice que nadie puede ver al dios Jehová:

17 Y Jehová pasó a decir a Moisés: “Esta cosa de que has hablado, también la haré,+ porque has hallado favor a mis ojos y te conozco por nombre”. 18 A lo cual dijo él: “Hazme ver, por favor, tu gloria”. 19 Pero él dijo: “Yo mismo haré que toda mi bondad pase delante de tu rostro, y ciertamente declararé el nombre de Jehová delante de ti; y ciertamente favoreceré al que favorezca, y ciertamente mostraré misericordia al que le muestre misericordia”. 20 Y añadió: “No puedes ver mi rostro, porque ningún hombre puede verme y sin embargo vivir”
(Éxodo 33:17-20, Traducción del Nuevo Mundo)

Sin embargo, en el capítulo 18 de Génesis muestra lo contrario:

1 Después Jehová se le apareció [a Abrahán] entre los árboles grandes de Mamré, mientras él estaba sentado a la entrada de su tienda como al calor del día. 2 Cuando él alzó los ojos, entonces miró y allí estaban tres hombres de pie a alguna distancia de él. Cuando alcanzó a verlos, echó a correr a su encuentro desde la entrada de la tienda y procedió a inclinarse a tierra. 3 Entonces dijo: “Ah, Jehová, si he hallado favor a tus ojos, sírvete no pasar de largo a tu siervo. 4 Que se traiga un poco de agua, por favor, y se les tiene que lavar los pies. Entonces recuéstense debajo del árbol. 5 Y permítaseme traer un pedazo de pan, y refresquen sus corazones. Después de eso pueden pasar adelante, porque por eso han pasado por este camino a donde su siervo”. A lo cual dijeron: “Está bien. Puedes hacer tal como has hablado”.

(Génesis 18:1-5, Traducción del Nuevo Mundo)

Threemen

Hemos leído que tres hombres se le aparecieron a Abrahán, uno de ellos era el dios Jehová. Después Jehová se queda solo conversando con Abrahán mientras los otros dos se retiran:

16 Más tarde los hombres se levantaron de allí y miraron abajo hacia Sodoma, y Abrahán iba andando con ellos para acompañarlos. 17 Y Jehová dijo: “¿Estoy yo manteniendo encubierto de Abrahán lo que voy a hacer? 18 Pues Abrahán de seguro llegará a ser una nación grande y poderosa, y todas las naciones de la tierra tendrán que bendecirse por medio de él. 19 Porque he llegado a conocerlo a fin de que dé mandato a sus hijos y a su casa después de él de modo que verdaderamente guarden el camino de Jehová para hacer justicia y juicio; a fin de que Jehová ciertamente haga venir sobre Abrahán lo que ha hablado acerca de él”. 20 Por consiguiente, Jehová dijo: “El clamor de queja acerca de Sodoma y Gomorra es ciertamente fuerte, y su pecado es ciertamente muy grave. 21 Estoy completamente resuelto a bajar para ver si obran del todo conforme al clamor que acerca de ello ha llegado a mí, y, si no, podré llegar a saberlo”. 22 Entonces los hombres se volvieron de allí y procedieron a irse a Sodoma; pero en cuanto a Jehová, él todavía estaba de pie delante de Abrahán.  (Génesis 18:16-22, Traducción del Nuevo Mundo)

Note que dice que Jehová «todavía estaba de pie delante de Abrahán». Esta es la lectura original, y no la de la mayoría de las otras traducciones que dice que «»Abrahán todavía estaba de pie delante de Jehová». El cambio de orden fue hecho por los Soferim para darle mayor honra al dios Jehová. Pero de cualquier forma, podemos ver que este pasaje bíblico le da una imagen humana a Jehová, algo imposible para quien escribió Éxodo 33:20, tal como citamos antes.

Veamos una contradicción más que muestra que un único autor no pudo ser supervisor de la escritura del  Pentateuco :

6 Las ciudades que daréis a los levitas serán las seis ciudades de refugio, las que daréis para que el homicida huya a ellas; además de ellas les daréis cuarenta y dos ciudades. 7 Todas las ciudades que daréis a los levitas serán cuarenta y ocho ciudades, junto con sus tierras de pasto. (Números 35:6-7)

Aqui leímos Jehová dijo a Moisés que  los Levitas heredarían 48 ciudades. Pero en el libro de Deuteronomio se  le dice a Moisés que no tendrán ninguna herencia:

1 Los sacerdotes levitas, es decir, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad en Israel; de las ofrendas quemadas a Jehová y de la heredad de él comerán. 2 No tendrán, pues, heredad entre sus hermanos; Jehová es su heredad, como él les ha dicho. (Deuteronomio 18:1-2)

En consecuencia, la autenticidad mosaica y la integridad del Pentateuco no pueden quedar intactas cuando hay pruebas de que hay porciones del texto que se contradicen. La Comisión Bíblica Católica de 1906 quería tapar el sol con un dedo.

Mostraremos otros ejemplos que muestran que Moisés no pudo escribir ciertos pasajes del Pentateuco. Por ejemplo, este texto dice lo siguiente:

«Y el hombre Moisés era con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo.» (Números 12:3)

Si Moisés era humilde, él no habría escrito eso de sí mismo; tiene que haber sido otro.

Por otro lado, sobre la montaña donde Dios se aparece a Moisés, se dice que se llama Sinaí en estos versículos del Éxodo:

Moisés ahora hizo que el pueblo saliera del campamento al encuentro del Dios [verdadero], y ellos fueron tomando su posición al pie de la montaña. Y el monte Sinaí humeaba por todas partes, debido al hecho de que Jehová había descendido sobre él en fuego; y su humo seguía ascendiendo como el humo de un horno de calcinación, y toda la montaña estaba temblando muchísimo. (Éxodo 19:17,18)

Ahora bien, tan pronto como hubo acabado de hablar con él en el monte Sinaí, procedió a dar a Moisés dos tablas del Testimonio, tablas de piedra en las que el dedo de Dios había escrito. (Éxodo 31:18)

Pero en el mismo libro de Éxodo, y en otros,  se dice que la montaña se llama Horeb:

Moisés llegó a ser pastor del rebaño de Jetró, el sacerdote de Madián, de quien era yerno. Mientras arreaba el rebaño al lado occidental del desierto, llegó por fin a la montaña del Dios [verdadero], a Horeb. (Éxodo 3:1)

el día que estuviste de pie delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando me dijo Jehová: ‘Congrégame al pueblo para que le deje oír mis palabras, para que aprendan a temerme todos los días que estén vivos sobre el suelo y para que enseñen a sus hijos’. ”Así que ustedes se acercaron y estuvieron parados al pie de la montaña, y la montaña ardía con fuego hasta la mitad del cielo; había oscuridad, nube y densas tinieblas (Deuteronomio 4:10,11)

No parece lógico pensar que el mismo autor, Moisés, le dio dos diferentes nombres a la montaña. Ahora leamos el siguiente par de versículos:

«Y Abrán siguió a través de la tierra hasta la ubicación de Siquem, cerca de los árboles grandes de Moré y en aquel tiempo el cananeo estaba en la tierra. «(Génesis 12:6)

«Y se suscitó una riña entre los manaderos del ganado de Abrán y los manaderos del ganado de Lot; y en aquel tiempo el cananeo y el perizita moraban en el país.» (Génesis 13:7)

Estos dos versículos no pueden haber sido escritos por Moisés ni supervisados por él, porque el cananeo todavía vivía en Canaán hasta después de morir Moisés, tal como lo cuenta el relato bíblico. Moisés no llegó a conquistar Canaán, la tierra de los cananeos, sino que esta tarea se dice que la realizó Josué, después de morir Moisés. Por supuesto, algunos dirán que aquí hubo una añadidura inofensiva de un escriba que vivió después de la conquiesta de Canaán.

Leamos otro anacronismo:

«Ahora bien, estos son los reyes que reinaron en la tierra de Edom antes que reinara rey alguno sobre los hijos de Israel.» (Génesis 36:31)

Según la Biblia, el primer rey de Israel, que fue Saul, reinó más de 300 años depués de la muerte de  Moisés (considerando 1 Reyes 6:1). Esto prueba que quien escribió este versículo tiene que haber vivido después de Saúl.

Aqui otro texto en Génesis 50:10 que muestra que Moisés no pudo haberlo escrito:

7 Entonces José subió para sepultar a su padre; y subieron con él todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto, 8 y toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre; solamente dejaron en la tierra de Gosén sus niños, y sus ovejas y sus vacas. 9 Subieron también con él carros y gente de a caballo, y se hizo un escuadrón muy grande. 10 Y llegaron hasta la era de Atad, que está al otro lado del Jordán, y endecharon allí con grande y muy triste lamentación; y José hizo a su padre duelo por siete días. (Génesis 50:7-10, Reina Valera 1960)

La expresión «al otro lado del Jordán» se usa también en Deuteronomio 1:1, Josué 2:10, Números 22:10, etc. que se refiere a la tierra del ESTE del río Jordán, al oriente, tal como el siguiente texto lo confirma:

7 Reparte, pues, ahora esta tierra en heredad a las nueve tribus, y a la media tribu de Manasés. 8 Porque los rubenitas y gaditas y la otra mitad de Manasés recibieron ya su heredad, la cual les dio Moisés al otro lado del Jordán al oriente, según se la dio Moisés siervo de Jehová; (Josué 13:7-8)

En el libro de Números podemos también saber que la tierra de Canaán y «el otro lado del Jordán» son lugares opuestos, cuando Jehová le dice a Moisés:

 “Daréis tres ciudades al otro lado del Jordán y tres ciudades en la tierra de Canaán; serán ciudades de refugio. (Números 35:14)

Entonces, si el escritor dice «al otro lado del Jordán», es porque él está localizado al OESTE del Jordán. Canaán está al OESTE del Jordán, y como la Biblia dice que Moisés no pisó Canaán porque Dios hizo que muriera antes de que Israel la conquistara (Deuteronomio 31:2; 34), el escritor del versículo de  Génesis 50:10  no pudo ser Moisés, sino alguien que estaba escribiendo en el OESTE de Palestina, osea, en la tierra de Canaán ya conquistada.

Tenemos también más anacronismos en el libro de Génesis :

«Oyó Abram que su pariente estaba prisionero, y armó a sus criados, los nacidos en su casa, trescientos dieciocho, y los siguió hasta Dan.» (Génesis 14:14)

Aqui se menciona la ciudad de Dan. Pero la ciudad de Dan no tenía ese nombre sino mucho después que Moisés. Esto lo comprobamos en el libro de Jueces:

«Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan, conforme al nombre de Dan su padre, hijo de Israel, bien que antes se llamaba la ciudad Lais.» (Jueces 18:29)

Este versículo de Jueces relata un acontecimiento debeíra haber sucedido alrededor del año 1100 a.C. Osea, mucho después que murió Moisés se le dio el nombre de Dan a la ciudad de Lais. Entonces, Moisés no pudo haber escrito Génesis 14:14.

Por otro lado, en el capítulo 26 de Génesis se menciona que Isaac se encuentra con Abimelec el rey de los filisteos. Pero en la época de Isaac no habían filisteos, porque ellos aparecen recién por el año 1200 a.C. (después de Moisés), mientras que Isaac tenía 20 años en el año 1858 a.C. Esto  prueba que Moisés  no  redactó  el capítulo 26 del Génesis, e inclusive, esto prueba que el contenido de este capítulo carece de   historicidad.

Hay otros problemas contenidos en el Pentateuco que evidencian más contradicciones graves. Por ejemplo, se dice que Moisés escribió la Ley que lleva su nombre:

9 Y escribió Moisés esta ley, y la dio a los sacerdotes hijos de Leví, que llevaban el arca del pacto de Jehová, y a todos los ancianos de Israel. ……24 Y cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse, 25 dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo: 26 Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti. (Deuteronomio 31:9,24-26)

No obstante, esta ley contiene contradicciones. Por ejemplo, en el libro de Deuteronomio, Moisés supuestamente  escribió:

12 Guardarás el día de reposo para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado. 13 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 14 mas el séptimo día es reposo a Jehová tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú. 15 Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo (Deuteronomio 5:12-15)

Noten que el motivo por el cual Jehová les manda a los israelitas a guardar el Sábado es porque fueron siervos en Egipto. Pero en el libro de Éxodo, cuando se anuncian los 10 mandamientos, se expone otra motivación:

Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. (Éxodo 20:11)

Esto evidencia que hay dos diferentes autores que escribieron estas porciones, y se contradicen. Otro ejemplo lo tenemos en el libro de Éxodo con respecto al mandato a no comer carne del cadáver de un animal, y más bien dársela a los perros:

Y me seréis varones santos. No comeréis carne destrozada por las fieras en el campo; a los perros la echaréis. (Éxodo 22:31)

Pero en Deuteronomio se dice que se la puede dejar al extranjero:

Ninguna cosa mortecina comeréis; al extranjero que está en tus poblaciones la darás, y él podrá comerla; o véndela a un extranjero, porque tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios…. (Deuteronomio 14:21)

Pero ya en el Levítico se permite que tanto el israelita como el extranjero puedan comer el cadáver de un  animal,  pero después el individuo debía purificarse:

15 Y cualquier persona, así de los naturales como de los extranjeros, que comiere animal mortecino o despedazado por fiera, lavará sus vestidos y a sí misma se lavará con agua, y será inmunda hasta la noche; entonces será limpia. (Levítico 17:15)

Estos tres textos sugieren la existencia de tres diferentes fuentes autorales independientes,  y no de un único autor o supervisor.

Por consiguiente, si descubrimos que hay textos que Moisés no podría haber escrito porque, no solo fueron escritos fuera de su época, sino que hay graves contradicciones,  ¿ por qué no podríamos poner en duda toda su autoría?. En 1943 el Papa Pío XII, aunque insistiendo en que la Biblia es inspirada, tuvo que admitir que era necesario que los analistas bíblicos católicos se dediquen también a la crítica textual para analizar estos casos. Esto lo publicó Pio XII en la encíclica Divino Afflante Spiritu, que citaremos parcialmente:

Por inspiración del divino Espíritu escribieron los sagrados escritores aquellos libros que Dios, conforme a su paterna caridad con el género humano, quiso liberalmente dar para enseñar, para convencer, para corregir, para dirigir en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté apercibido para toda obra buena (2Tim 3,16ss)…… No hay quien no pueda fácilmente echar de ver que las condiciones de los estudios bíblicos y de los que para los mismos son útiles han cambiado mucho en estos cincuenta años. Porque, pasando por alto otras cosas, cuando nuestro predecesor publicó su encíclica Providentissimus Deus, apenas se había comenzado a explorar en Palestina uno u otro lugar de excavaciones relacionadas con estos asuntos. Ahora, en cambio, las investigaciones de este género no sólo se han aumentado muchísimo en cuanto al número sino que, además, cultivadas con más severo método y arte por el mismo ejercicio, nos enseñan muchas más cosas y con más certeza……. estos nuestros tiempos han planteado tantos problemas, que exigen nueva investigación y nuevo examen y estimulan no poco al estudio activo del intérprete moderno…..Así pues, el intérprete con todo esmero, y sin descuidar ninguna luz que hayan aportado las investigaciones modernas, esfuércese por averiguar cuál fue la propia índole y condición de vida del escritor sagrado, en qué edad floreció, qué fuentes utilizó, ya escritas, ya orales, y qué formas de decir empleó.

Con esto el Papa Pío XII exhortaba a los académicos de la Iglesia a que se pongan al día con los estudios modernos. A partir de esta encíclica muchos teólogos de la Iglesia Católica comenzaron a admitir que Moisés no fue quien escribió el Pentateuco, sino que son cuatro las fuentes autorales. Pero, ¿no quedaría algo del Pentateuco que podría haber sido escrito por Moisés? Lo que sucede es que los trabajos arqueológicos que se han realizado desde hace un siglo para verificar si la historia del éxodo de Israel de Egipto que aparece en el libro de Éxodo, y la conquista de Canaán relatada en el libro de Josué, han dado resultados negativos. Por lo tanto, la arqueología muestra que la historia de Moisés es ficción, y esto confirma las sospechas de «la  alta crítical textual». En el famoso libro «La Biblia Desenterrada», de los arqueólogos Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman, se dice:

…..hoy sabemos que los primeros libros bíblicos y sus famosos relatos de la historia primitiva de Israel fueron compilados (y compuestos, en algún sentido fundamental) en un lugar y un momento identificables: en Jerusalén, en el siglo VII a. de C. (página 24)…..Al finalizar el siglo XX, la arqueología ha demostrado que las correspondencias materiales entre los hallazgos realizados en Israel y todo Oriente Próximo y el mundo descrito en la Biblia son sencillamente demasiadas como para pensar que las Sagradas Escrituras fueron literatura sacerdotal tardía y fantasiosa, escrita sin ninguna base histórica. Pero, al mismo tiempo, existían demasiadas contradicciones entre los descubrimientos arqueológicos y los relatos bíblicos como para creer que la Biblia proporcionaba una descripción precisa de lo que había sucedido realmente. (página 38)

¿Qué ejemplo nos proporciona este libro de Finkelstein y Silberman que evidencie que el Pentateuco se escribió mayormente en el siglo VII a.C. y no entre los siglos  XV y XIII a.C. ?. Leamos:

El caso más significativo es el de Edom. La Biblia describe cómo Moisés envió emisarios desde  Cades Barne al rey de Edom pidiéndole permiso para atravesar su territorio de camino a Canaán. El rey edomita se negó a otorgarlo y los israelitas tuvieron que rodear su país. Así pues, en ese momento, existía, según la narración bíblica, un reino de Edom. Investigaciones arqueológicas indican que Edom sólo alcanzó la condición de Estado bajo el auspicio de los asirios, en el siglo VII  a. de C. Antes de esa época era una zona marginal escasamente ocupada, habitada principalmente por pastores nómadas. Otro dato no menos importante es que Edom fue destruido por los babilonios en el siglo VI a. de C., y la actividad sedentaria no se recuperó allí hasta la época helenística. (página 79)

Aunque Thomas E. Levy y sus asociados han afirmado después que  Edom comenzó como estado entre el siglo X y IX a.C., Finkelstein ha contestado sus interpretaciones demostrando que :

…. la datación de los sitios en la meseta edomita entre finales del siglo VIII a.C. y principios del VI a.C. está basada en una meticulosa comparación con sitios bien estratificados y datados de Judá meridional…. (The Pottery of Edom: A Correction)

Por lo tanto, si Edom existió como reino más de 4 siglos después de Moisés, hay un claro anacronismo fraudulento. Es como si alguien escribiera un relato que pretende ser del tiempo anterior a la conquista española de América del Sur y  se mencionen los nombres de las  ciudades de Lima y Santiago.  Por lo tanto,  no hay duda que por lo menos un escritor del siglo VII a.C. muchos siglos después de Moisés, participó  de la composición del Pentateuco. Un dato que refuerza esta línea de razonamiento es que en el capítulo 22 de 2 de Reyes se dice que durante el reinado de Josías el sacerdote Hilcías encontró el libro de la Ley. Es decir, la supuesta ley de Moisés se había perdido durante años y resulta que recién en tiempos de Josías (siglo VII a.C.) un sacerdote la descubre. ¿Un documento tan importante  que debía ser leído para todo el pueblo se perdió?.  Más razonable es pensar que esta fue una leyenda astútamente propagada para justificar la invención de esta ley (o parte de ella)  a partir del siglo VII (con muchas interpolaciones posteriores, vease «¿hubo tal ley de Moisés?»).  Una motivación a inventar la historia del Éxodo podría haber sido la repentina y humillante derrota que tuvo el rey Josías ante el Faraón de Egipto. La historia habría servido para contrarrestar la derrota.

Y ahora surge otra pregunta, ¿ existirá alguna prueba o indicio  sobre la historia de la estancia del pueblo  israelita en Egipto y de su huída que los condujo a 40 años vagando por el desierto antes de conquistar Canaán?. Finkelstein y Silberman responden cláramente a nuestra interrogante:

no tenemos ninguna pista, ni siquiera una sola palabra, sobre israelitas antiguos en Egipto, ni en inscripciones monumentales sobre muros de templos ni en inscripciones funerarias ni en papiros. Israel no aparece por ningún lado —ni como posible enemigo de Egipto ni como amigo ni como nación esclavizada—. Y, sencillamente, no hay en este país ningún hallazgo que se pueda asociar directamente a la idea de un grupo étnico extranjero diferenciado (contrapuesto a una concentración de trabajadores emigrantes procedentes de muchos lugares) que residiera en una zona concreta del este del delta, tal como sugiere la crónica bíblica al hablar de los hijos de Israel que vivían juntos en el país de Gosén (Génesis 47:27). Aún hay más: el hecho de que un grupo más que minúsculo eludiera la vigilancia egipcia en tiempos de Ramsés II parece sumamente improbable, como también lo es la travesía del desierto y la entrada en Canaán. En el siglo XIII, Egipto se hallaba en la cima de su autoridad —era la potencia dominante del mundo—. …..El tramo potencialmente más vulnerable de dicha ruta, el que cruzaba el árido y peligroso desierto del norte del Sinaí entre el delta y Gaza, era el más protegido.(página 73)……la única alternativa habría consistido en adentrarse en las desoladas inmensidades de la península del Sinaí….. Pero la arqueología contradice también la posibilidad de que un grupo numeroso de personas pudiera recorrer dicha península (página 74)….. Debería haber aparecido algún resto arqueológico de sus andanzas por el Sinaí a lo largo de una generación. Sin embargo, si exceptuamos los fuertes egipcios situados a lo largo de la costa norte, nunca se ha identificado en el Sinaí ni un solo lugar de acampada o signo de ocupación de la época de Ramsés II y sus inmediatos predecesores y sucesores. Y no ha sido por falta de intentos. Las repetidas prospecciones arqueológicas realizadas en todas las regiones de la península, incluida la zona montañosa de los alrededores del emplazamiento tradicional del monte Sinaí, junto al monasterio de Santa Catalina  sólo han proporcionado pruebas negativas: no se ha encontrado un solo fragmento, ninguna estructura o casa ni resto alguno de un campamento antiguo. Se podría alegar que no es esperable que una partida relativamente pequeña de israelitas errantes dejara tras de sí restos materiales. Sin embargo, las técnicas arqueológicas modernas son muy capaces de hallar en todo el mundo huellas incluso de los escasísimos restos dejados por cazadores, recolectores y pastores nómadas. De hecho, el registro arqueológico de la península del Sinaí presenta testimonios de una actividad pastoral en épocas como el tercer milenio a. de C. y los periodos helenístico y bizantino. En el supuesto momento del éxodo, siglo XIII a. de C, no existen, sencillamente, ese tipo de pruebas. (página 75)

Los arqueólogos no han encontrado nada que pruebe que Moisés y más de 2 millones de israelitas vivieron en el desierto del Sinaí por 40 años. Por lo tanto, si hubo un Moisés que escribió algo de esta historia del Éxodo, exageró demasiado. Pero ¿ dónde en  la Biblia podemos deducir  que más de 2 millones de israelitas estuvieron en el desierto del Sinaí?. El libro de Números 1:21-46 nos dice con cuántos soldados (obviamente varones) contaba el ejército de Moisés por cada tribu:

de la tribu de Ruben: 46,500

Simeón: 59,300

Gad: 45,650

Judá: 74,600

Isacar: 54,400

Zebulón: 57,400

Efraín: 40,500

Manasés: 32,200

Benjamín: 35,500

Dan: 62,700

Aser: 41,500

Neftalí: 53,400

Total: 603, 550
Note que un ejército de esta dimensión  habría constituído a Israel  en una potencia militar en aquella época, lo que desde ya es poco creíble. Pero si usted estima cuántos ancianos, niños y mujeres se puede derivar de 603 550 soldados, no resulta en menos de 2.5 millones como el total de israelitas. ¿Podría todo este número de personas  no haber dejado ni un rastro durante 40 años de su estancia en el desierto? Los Testigos de Jehová defienden el relato bíblico con el siguiente argumento:

En cuanto a la falta de pruebas arqueológicas de la travesía de los judíos por el desierto, recordemos que eran nómadas, y por tanto no edificaron ciudades ni labraron campos. Puede que apenas dejaran tras de sí nada más que pisadas. Con todo, hallamos testimonio convincente de esta etapa en el sagrado texto bíblico, en cuyas páginas se menciona vez tras vez (1 Samuel 4:8; Salmo 78; Salmo 95; Salmo 106; 1 Corintios 10:1-5). De hecho, el propio Jesucristo atestiguó la realidad de los sucesos ocurridos en el desierto (Juan 3:14). …Por lo tanto, es innegable que la crónica bíblica referente a Moisés es creíble y verídica. (Despertad 8/4/2004, páginas 4-9, «Moisés: ¿realidad o leyenda?»)

El argumento es ridículo por no decir otra cosa. Piense, ¿cree usted que más de 2 millones de personas del segundo milenio antes de Cristo serían tan responsables por la ecología, que después de 40 años no dejaron ni a sus muertos enterrados, ni utencilios, ni herramientas o algún objeto en el desierto? Por otro lado, que el propio Jesucristo creyera en el relato del Éxodo no puede constituir una prueba de la ocurrencia del mismo, porque Jesús no podría haber sido testigo ocular de estos hechos, más de 1300 años de haber supuestamente sucedido. A menos que creamos que Jesús preexistió antes de la creación del mundo, tal como los cristianos fundamentalistas creen. No obstante, la verdad es que el texto que nos ha dejado el supuesto Moisés no puede ser comprobado por la arqueología, y la crítica textual muestra que mucho de lo que se escribió en el Pentateuco está plagado de anacronismos y contradicciones. Si es que hay algo de historicidad en aquellos relatos, su único núcleo de verdad está relacionado a los diferentes éxodos de semitas que poblaron Canaán durante el segundo milenio antes de Cristo, pero nunca como el éxodo simultaneo de toda  una nación unificada.

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